Madrugan, da igual que haga frío o calor. Deben de adelantarse a los que viven como ellos en la miseria, y a los que, como ellos, sobreviven de recoger objetos y materiales que a otros nos sobran. No piden en la calle, trabajan en la calle.
Por delante de mi casa y por sus alrededores, pasan siempre los mismos, los que hoy sustituyen a los que pasaron en otro tiempo y seguramente, los que les sustituirán a ellos en un futuro inmediato. Cada cual se acompaña de un “vehículo” móvil de ayuda; unos llevan una carrito-remolque en una destartalada bicicleta, otros un simple carrito de la compra con ampliaciones ingeniosas, los más “avispados” un carro grande del supermercado y los más “pudientes” un viejo coche o furgoneta.
Los hay nativos, generalmente personas mayores y de edad madura, y los hay que se les adivina venidos de distintos países a buscar en el nuestro su propio paraíso. Unos y otros, se dieron de cara con el tsunami provocado por la crisis económica y que, como toda desgracia natural o antinatural, afecta mucho más a las clases desfavorecidas.
Recorren las calles en las que intuyen, o saben, que van a encontrar todo aquello susceptible de vender como chatarra o papel al peso y obtener así un dinero extremadamente necesario para sus vidas. Pero además, recogen cuantos elementos les puedan ser útiles para sus humildes casas y aún más humildes chabolas: un sofá, un colchón, un televisor, sillas, artilugios del cuarto de baño y cocina, etc. Elementos que no deberían de estar en la calle, pues es obligación de todo ciudadano llevarlos a los “puntos limpios”, pero al incumplir esta norma, indirectamente les hacen un gran favor. Son los recicladores espontáneos de la ciudad, como lo son tantos seres vivos en la Naturaleza, que arrastran su mala fama de carroñeros y descomponedores, pero que si no fuera por ellos la vida sería otra muy distinta.
Y como el dinero no les llega, visitan los contenedores donde también compiten por extraer comida desechada por restaurantes, mercados, supermercados y grandes superficies.
Por todo ello sueño y deseo, hoy y siempre:
Que los comedores sociales y centros de acogida cierren por falta de gente.
Que no exista ni una sola persona durmiendo a la intemperie y ni una sola que al pasar a su lado la ignore.
Que cuantos tienen en sus manos el Poder dejen de exigir sacrificios al pueblo sin antes comenzar por ellos mismos y sus administraciones. Y que no se queden y repartan el dinero de los contribuyentes a quienes se amparan bajo el manto de sus intereses partidistas.
Que deje de oler tanto a corrupción, que ya es irrespirable el ambiente a ciénaga que han creado y repartido.
Que el Estado cumpla con sus obligaciones. En pocas palabras, que cumplan con la Constitución.
Y por el asunto que hoy he tratado, me centro especialmente en tres de sus artículos:
Artículo 35: todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.
Artículo 39: Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurídica de la familia.
Artículo 47: Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada.
Y añado dos más que no quiero dejar en abandono:
Artículo 27: Todos tienen derecho a la educación.
Artículo 43: Se reconoce el derecho de protección de la salud.
En este diciembre en el que se celebran grandes fiestas con raíces católicas o paganas -da igual como las celebre o considere cada cual-, en las que el consumo se dispara, en las que los regalos, la comida y la alegría tienen muchas veces el sello de la obligación. En las que el amor al prójimo se exalta como si fuera una promoción comercial más, y en las que tanto se recuerdan a los pobres, enfermos, desamparados, desahuciados, refugiados… no nos vendría nada mal realizar un ejercicio de introspección para así valorar mejor qué es lo que hacemos durante todo el año respecto a lo que ahora nos toca el corazón.
Isabel
Excelente, con artículos de la Constitución y todo. Extraordinario, Isabel, se puede decir más alto, pero no mejor.
Totalmente de acuerdo contigo, que se enteren los políticos, banqueros y demás alcurnias: No piden en la calle, trabajan en la calle (muy bueno eso) y no son miserbles, ni carroñeros, ni bestias, ni indigentes, ni criaturas sin alma: Son humanons, seres humanos como nosotros que la mano negra de la corrupción, de los excesos, el egoísmo, la ambición.. ha llevado a la desgracia.
Qué bajo hemos caído al permitir que todo esto esté pasando. Es terrible.
Como siempre, Isabel, tus reflexiones nos revuelven la conciencia. !Cómo podemos consentir que esto siga ocurriendo! Debemos trabajar para que tus deseos, que son los de la mayoría, se cumplan. Sin nuestro esfuerzo, denuncias, protestas esto no cambiará. Y dejemos de ser hipócritas y no pensar en ello solo en estas fechas pues durante todo el año «trabajan en la calle».
Me sumo a esos deseos y sueños Isabel. Como no quiero se grosero no aplicaré aquí los calificativos que se merecen cuantas personas han propiciado y desencadenado lo que sucede en España. Dicen que tenemos la culpa todos, quizá la culpa mayor es la de haber confiado en la clase política y en los banqueros, que entre todos nos han llevado a la ruina.
Y todos ellos, siguen mirándose los pies y llenando sus bolsillos con el dinero del prójimo.
Saludos
La verdad es que uno siente impotencia ante tanta injusticia y corrupción. Yo creo Juan, que en privado nuestros desahogos tienen todos los tonos y tesituras.
Os agradezco muchísimo vuestras opiniones y solidaridad.
Un abrazo
Cada día los media nos asaetean (aparte de los espacios basura de la tele) con casos judiciales, con enfrentamientos del tú más (parece que no hay otra cosa). Porque las buenas noticias «no venden». Claro que lo único que aparenta es lo que mete «miedo» a las mentes y acongoja los espíritus. Pero lo que ves cada día en la calle son las muestras de la economía sumergida donde impera la indigencia y los estragos del paro provocado por la crisis económica. Y esa es la actividad alternativa de la falta de actividad económica no sumergida. Ha desaparecido toda actividad relacionada con la construcción a medio hacer o terminada y no vendida. Todo ello tiene un coste (dinero enterrado) que no ha encontrado el dinero con el que remunerar a los proveedores… que han tenido que irse al «paro» = falta de actividad. Sólo que durante un periodo legal se pasan subsidiados… y como no se ha creado nueva actividad, aquellos a quienes se les terminó el subsidio, subsisten con lo que les da el ingenio de acaparar los residuos, de la clase que sea. Y cada año que transcurre otro contingente de estudiantes que llegan para ocuparse de nada, puesto que no se ha generado actividad ni para los que estaban en el paro.
Cuando la cifra de paro se estanca, quiere decir, que se marchan al extranjero = emigran. Ante esta realidad de falta de nueva actividad no se traduce en un paralelo a la clase dirigente, político-económica, reducción de actividad, puesto que el número de escaños no se ha reducido. ¿A qué se dedican, pues? Podrían dedicarse a inventar actividad que para eso cobran ¡todos los meses! Y esto sería trabajar y estar ocupados, según manda la Constitución. O qué: como ha bajado el nivel de actividad, ¿quedas sentado esperando que te den trabajo? ¡No vale «tú más»! Y para ocultar esto, los medios se ensañan manipulándonos los ojos y los oidos con secesionismos, juicios a impunes,… Esto lo saben, porque tiene cientos de mentes que lo estudian, y luego hacen lo que les mantiene en el machito o les viene en gana. Esta situación no subsistiría si en cada acto de sus respectivas vidas les fuera la vida en ello (en 1789 y años posteriores la herramienta de Guillotín acabó con los absolutismos). Estas cuestiones necesitan nuestro granito de arena diario. Sigo pensando que una alternativa economica regenerada, al menos como se plantea por la Economía del Bien Común (véase en internet) ha de desarrollarse a pesar de estos inconvenientes.
Sincero y emotivo artículo. Yo también me uno a tus deseos que creo que son también los de muchísimas personas. Lo bueno no suele salir a la luz.
Me parece muy interesante cuanto expone Güisu.
Un saludo cordial para todos.
Teresa
Magnífico artículo. Una realidad que por ser habitual ya no nos fijamos en ella, a veces preferimos ignorarla. Es un problema grave, gravísimo, que en mi parecer nuestros dirigentes no saben solucionarlo. El edificio económico que montaron se vino a bajo y da la impresión que todavía están mirando los escombros. Pero son muchos los que están sufriendo, y quedan mas por llegar, el desajuste, la falta de pago y como bien dice Güisu el trabajo. Nos lo recuerdas perfectamente repasando esos artículos de nuestra Constitución y que contrasta con el despilfarro de muchas actuaciones de los mandatarios.
Me han gustado, tu artículo que me deja pensando, y las respuestas que me preceden en especial la de Güisu.
Un saludo cariñoso
«Aun mi sangre esclava, espera, por la justicia del hombre»
Isabel Gaviota
Repito las gracias por vuestra sensibilidad, sabias opiniones y apoyo. No sólo a cuantos aquí os expresáis sino también a cuantos tenéis la deferencia de leerme y que esperáis «por la justicia del hombre», como dice Isabel Gaviota.
Un abrazo
No hace mucho tiempo, en una de mis visitas a MD., paseando por la calle Lagasca, me impresionó muchisimo, ver a un varón salir de un contenedor de papel, con todo lo que sus brazos podían alcanzar. fuera, dos mujeres subidas a » la caja » de la furgoneta, recogían todo y ayudaban a su compa a subir…, mientras otra persona ejercía de chófer, dándose prisa en dejar libre el lugar que ocupaban.- Recuerdo en el que pienso frecuentemente.- Nada más
Nada más y nada menos. Gracias, Gelinos.
Bravo!!! 🙂
Gracias!!!