Hay personas que han hecho de la difamación un arte diabólico, sibilino, ambicioso y hasta algo placentero y natural. Gentes que se han convertido en elementos expertos en crear en su mente juicios ajenos con una desfachatez insultante, porque insultante es establecer sobre las personas hipótesis de hechos que carecen de toda argumentación demostrada. Y estas hipótesis generadas en el silencio de sus mentes, pasan después a convertirse en realidades sonoras, en falsos testimonios que ya no se conforman con habitar en el silencio de sus pensamientos, sino que sienten la imperiosa necesidad de ser lanzadas al aire para que sus ondas lleguen a cuantos más oídos mejor, especialmente a los provistos de antenas receptoras de murmuraciones.
Resulta lamentable constatar lo mucho que abundan los difamadores, los publicistas de falsedades y enjuiciamientos condenatorios que tienen a bien adueñarse del honor ajeno; individuos que dedican su tiempo a sembrar simientes que crecen sin medida entre los correveidiles de la acusación ajena, enredándose tanto en su desarrollo que terminan asfixiando a la verdad y obligando al inocente a tener que demostrar que lo es.
La difamación siempre causa estragos en las personas sometidas a ella, y aunque el daño llegue a ser reparado, siempre deja en sus almas cicatrices. Y en su entorno, los restos de un aire contaminado por la potencial sospecha.
Isabel F.B.ernaldo de Quirós
Cierto, cierto.
Muy amable. Gracias.
No le quito ni una coma. ¿Quién soy yo para juzgar a nadie? Primero hemos de examinarnos nosotros mismos. Buenas noches.
Así es.
Muchas gracias y buenas noches.
La difamación, la calumnia son bolas de nieve que, una vez sueltas, son difíciles de detener y lo único que ocasionan es muerte, literal o metafórica. Quien la lanza es un criminal, quien la sufre, una víctima de sacrificio.
Brillante texto, Isabel. Abrazobeso y buena semana.
Resulta asombroso la naturalidad que con que se calumnia, es tremendo.
Muchas gracias amigo por tus palabras.
Mi abrazobeso para ti también y buena semana.
Espero que esa horrible experiencia que motivó tu texto sea ya agua pasada, mi querida Isabel. Abrazobesos, amiga.
Muy bien explicado. Cuanto veneno hay en esas personas que difunden y cuanto dolor dejan.
Un gran abrazo y un beso
Muchas gracias Cristina. ¡Disfruta la semana!
¡Besos!
Ya de vuelta y descansando en casa, a sido una semana fantástica.
Un gran abrazo
Crueldad maliciosa y qué fácil es para muchos difamar, hacer daño, injuriar, mentir, matar la reputación de otra persona, sin juicio, sin control, todo esto está a la orden del día, Isabel, llega a ser, incluso, divertimento, tal y como vemos en algunas televisiones. Difamar para luego invitar al ofendido a defenderse de las habladurías… Cuando todos esos argumentos debieran ser delito.
Me parece, el tuyo, un buen artículo, amiga. Te felicito. Un abrazo.
Totalmente de acuerdo con tu opinión, Julie. Muchas gracias amiga por ellas y por tu felicitación.
Un fuerte abrazo.
Bien dicho con las palabras justas. No se puede quitar ni poner ni una sola palabra. Y en verdad que gran daño puede hacer la difamación. Hay expertos difamadores. A todos los niveles. ¿Y quienes mejor que otro para juzgar? Un buen artículo.
Eres muy amable, muchas gracias por tus palabras.
Abrazos.
Después de los otros comentarios, no puedo agregar gran cosa más… todo es cierto. Aunque ni estaba relacionado ni con política ni nada de eso… lo acusé en mis propias carnes por la mala lengua de mi ex-suegra que era un demonio, si existe en el infierno… deseo que se abrase… jejeje (un dato de humor).
Abrazos,
Es difícil no ser víctima de calumnias… Ya veo que haces gala de buen humor.
Muchas gracias, Rosa.
Abrazos también para ti.
Hola, Isabel. Como siempre tu entrada es certera, breve y concisa. Los daños de la difamación, por desgracia, son irreparables.
Gracias, amiga, por las ventanas que abres al aire limpio y fresco. Un abrazo fuerte.
Me dedicas palabras bonitas y generosas. Muchas gracias, querida amiga.
Un gran abrazo.
Creo que es muy cierta esa frase de «difama que algo queda» porque luego volver a recomponer los daños es casi imposible.
Tu entrada, como siempre, expresa exactamente el sentido de la difamación.
Un abrazo muy grande, querida Isabel.
Así es, María, el daño que queda es a veces irreparable… aunque se repare, como bien dices «algo queda». Mil gracias.
Que todo te vaya bien, recibe un cariñoso abrazo.
La mentira maliciosa causa un gran mal porque incluso demostrada su falsedad algo queda en el ambiente……..
Un Abrazo Isabel 🙂 .
Muchas gracias por tus palabras, Joaquín. Te estoy muy agradecida. Un abrazo.
La difamación, tan presente en nuestros días y en todos los niveles, nunca es por error sino con intención…porque ,como bien dices, una vez lanzada, causa un daño tremendo ( que es lo que persigue o hacerse famoso…) aunque haya reparación.
Por desgracia la escuchamos todos los días.
Un abrazo
La escuchamos, la vemos y hasta la padecemos… Muchas gracias por compartir tu opinión, juliaber.
Un fuerte abrazo.
Y lo malo de esto es que no aprendemos… ¿O a lo mejor es que no queremos…?
Un abrazo, Isabel
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo y buen fin de semana.
Un abrazo grande, Isabel. Totalmente de acuerdo con tus opiniones.
Agradezco mucho tu abrazo y tus palabras felicitas. Para ti también mi gran abrazo y el deseo de que disfrutes de un estupendo fin de semana.
Desgraciadamente, la calumnia o difamación campan a sus anchas por esta sociedad plagada de gente sin escrúpulos. Gracias abordar este asunto.
Saludos
Gracias a ti por compartir con nosotros este espacio de opinión.
¡Buen día!
He llegado a este blog por casualidad ( o no) y he leído este texto no se si por casualidad, pero en el momento justo en el que lo siento mio.
Muchas gracias por compartir, tienes un seguidor más.
Muchas gracias por tu comentario y por seguir los caminos de «Apalabrando los días».
¡Buena jornada!