Somos testigos, con demasiada frecuencia, de lo difícil que es mantener una conversación fluida y respetuosa en cualquier tipo de reuniones. Entre los miembros que las conforman no suelen faltar quienes interrumpen a los demás en sus exposiciones, independientemente del tema que se aborde.
Tampoco suele faltar quien para defender su postura incurra en el insulto o en la descalificación del contrario, o aquél que disfruta escuchándose a sí mismo y convierte su intervención en un eterno y blindado monólogo.
Con el fin de acallar a este tipo de personas suele establecerse un contraataque dialéctico, lo que hace que las voces de los participantes se superpongan y se conviertan en desafinados pentagramas sonoros.
Creo que Johan Sebastian Bach, maestro de maestros en la técnica de la composición musical denominada Contrapunto -en la cual se combinan voces o líneas melódicas superpuestas para lograr un equilibrio armónico-, no tendría mucho éxito si lo hubiera llevado a la práctica con la superposición de voces del lenguaje que se practica en las reuniones.
Pero sí lo podría conseguir con la Armonía, hija del Contrapunto, ya que las personas tendrían la posibilidad de marcar un ritmo conformado, basándose principalmente en los intervalos, en el enlazamiento de diálogos y en su contextualización, al igual que ocurre en la música, en la que el compositor controla la simultaneidad de los sonidos de tres maneras:
1. Cómo suena cada acorde aisladamente (cada voz humana en nuestro caso).
2. Cómo responde un acorde (la voz humana en la reunión) al relacionarse unos con otros.
3. La función que cumple cada acorde (la de cada una de las voces y opiniones surgidas).
Parece evidente, pues, que en las reuniones no sólo importan los asuntos que en ella se traten, sino cómo se dirigen y cómo se abordan las formas, el ritmo y el tono de voz utilizados, siendo todos ellos importantísimos indicadores de la educación de los participantes. Es conveniente practicar en ellas algo tan sencillo como es el oír, ver y callar, para después poder opinar individualmente con una mentalidad armónica, procurando convertir las reuniones en un tiempo distendido y amable, y poder disfrutar así de una estabilidad polifónica. Sin muros dialécticos, sin imposición de pensamientos, sin asfixiantes consejos, sin discursos banales, sin superposiciones disonantes.
Isabel F. Bernaldo de Quirós
sí, querida amiga, qué complicado es escuchar sin ponderar el escucharse…..besos a puñaos…
Que grata sorpresa, Carlota; muchísimas gracias por esta visita y esa piñata de besos que recojo y comparto contigo.
Estupenda comparación entre la música y lo que debería ser una correcta conversación. Mejor no lo has podido decir. Y hoy en día en donde estamos sobrados de «charlatanes de diseño» como yo les llamo, aún más. Escuchando se aprende mucho, callando cuando toca, también. Feliz domingo.
Compartimos opinión, así que me queda darte las gracias por dejarnos tu parecer y darte un fuerte abrazo. Feliz día.
Muy acertada la comparación. El artículo me gusta mucho, y que difícil es en muchos entornos, tristemente hasta en los familiares llegar a esos acordes en armonía.Pienso muchas veces la importancia de practicar y aprehender la técnica de una escucha atenta. Posiblemente se evitarían muchos desencuentros y des- armonías. Un fuerte abrazo Isabel.
Un fuerte abrazo también para ti, Isabel, acompañado del agradecimiento sincero por tu visita y opinión.
Que pases una estupenda semana.
Se ha escrito con conocimiento y sabiduría sobre la práctica y el arte del diálogo, y tengo que decir que hace pocos días, en una reunión dedicada a comentar, en este caso, ‘La marcha Radetzky’ de Joseph Roth se cumplieron todas las premisas: se había fijado bien el objetivo, se hizo una exposición amena del marco histórico y literario, y se comentó con libertad, respeto y extensión la obra mencionada, pero, claro, el grupo gozaba de una cierta homogeneidad y de un marcado amor por la literatura; no es el caso de los modelos con que nos agreden desde los medios, en los que concurren todos elementos que señalas, y que influyen con su deplorable estilo en muchas de las reuniones, en las que cuesta entrar siquiera en las conversaciones, donde alguien prudente tiene la entrada vedada. No me parece fácil conseguir lo que propones, aunque sí deseable y necesario; en cualquier caso, hay que mantener el respeto y renunciar a pretender entrar o imponerse en esos barullos; yo he renunciado a dar esa batalla y opto por callar.
En fin, que ya termino. Feliz domingo y un abrazo fuerte, Isabel.
Es estupendo que hayas podido participar en esa reunión con tan excelentes resultados, muy interesante, por otra parte.
La opción de evadirse de grupos disonantes y agresivos verbalmente, es una opción que da muy buenos resultados.
Muchas gracias por tan generoso comentario, Alfonso.
Un fuerte abrazo y feliz semana.
No has podido exponerlo mejor, mi querida. Creo que la palabra clave es «educacion» y por desgracia es una palabra tan disonante para muchas personas en el tiempo que vivimos, que la armonía es difícil de conseguir.
No obstante, ya sabes, nunca pierdo la esperanza de llegar a oír esa composición magnífica en la que el respeto y la educación sean los acordes predominantes.
Mil besazos.
Así es María, has puesto el dedo en… la palabra clave: educación. Mis sinceras gracias por tu estupendo comentario.
Besos también para ti, y buena semana.
interesantre reflexion. saludos
Muchas gracias por tu inesperada visita y comentario. Saludos.
Qué excelente comparación recreas con la música, la necesidad de escuchar ante la falta de atención que hoy padecemos. Hablar todos a la vez, está a la orden del día, cuando nos reunimos para tratar de cualquier tema. Somos creadores de sonidos, pero nos falta el silencio y el tiempo. Y es muy cierto todo lo que dices Isabel, en las conversaciones, coloquios, etc. sólo existen truenos, voces disonantes, velocidad de sonidos, ecos que se pierden sin reflexión alguna, sin audiencia porque no se escucha, porque no nos respetamos. Te felicito por los datos comparativos que haces y por tan buen artículo. Mi abrazo fuerte.
Me uno al comentario de Julie, Isabel querida. Excelente publicación, amiga. Abrazobesos enormes para ambas, queridas mías.
Es un honor para mi, muchas gracias por tu opinión.
Un abrazobeso, amigo.
Abrazobeso, Isabel querida.
Me alegra, querida Julie, que te haya gustado este artículo y te doy las gracias por tus excelentes reflexiones.
Que tu semana sea tranquila y feliz. Un gran abrazo.
Que difícil me parece tu propuesta, cuando estamos siendo continuamente educados en la discusión inútil, en que quién más grita es quién más razón tiene, en el insulto ante la opinión diferente, a opinar sobre cualquier tema -aunque no tengamos ni idea del mismo-… Esperemos que el péndulo de la historia nos lleve hacia un nuevo contexto de armonía.
Un abrazo Isabel !
Muchas gracias por tu valiosa opinión que comparto plenamente, Charly.
Abrazos de domingo ya con aires madrileños.
El difícil arte de escuchar, paso previo e imprescindible para el arte de conversar. A menudo, tenemos una idea fija y nos empeñamos en defenderla a capa y espada, sin participar activamente en el intercambio de sugerencias y aportaciones del resto. ¡Se aprende tanto escuchando! Conseguiríamos que el mundo vibrara con la música del entendimiento en lugar de con el ruido de la sinrazón.
Me ha encantado tu comparación con la música, Isabel.
Y a mi me ha encantado tu opinión sobre el «arte de conversa». Mil gracias por tus palabras que «vibran siempre con la música del entendimiento».
Feliz domingo y mi abrazo.
Un abrazo ya de lunes, Isabel. Siempre es un placer «conversar contigo», aunque sea de este otro modo, mediante los mensajes.
Sabes que conmigo puedes conversar siempre que quieras y del modo que quieras. Yo, encantada.
Abrazos de cuento.
Lo sé, Isabel. Hacerlo siempre es gratificante y enriquecedor.
Un abrazo.
Refresco tu página una y otra vez y veo que mi comentario no aparece ¿lo has recibido, de todos modos?
Siento enormemente que tu comentario haya volado por las red de este entramado virtual. Puedes dejarlo de nuevo cuando quieras, será un honor contar con él.
Un abrazo.
Lo importante es escuchar y respetar el resto de intervenciones.
Buena entrada.
Un saludo.
Así es, amigo. Muchas gracias por seguirme y dejar tu opinión.
Saludos y buen domingo.
Inteligente propuesta, reflexión y crítica. Tal vez todas las reuniones -de lo que sean- no puedan alcanzar la armonía y conjunción de una sinfonía, ni siquiera de un concierto, pero… bastaría con que no chirriaran tanto los instrumentos. Enhorabuena. Salud.
Recojo agradecida tu enhorabuena y tu valiosa opinión sobre el asunto que aborda el artículo.
Saludos con todo mi afecto.
Me ha encantado esta reflexión, Isabel. Parece que, en cualquier reunión, cuanto más alces la voz y más acapares el diálogo, más razón tienes.
Una auténtica lástima. Ojalá las futuras generaciones trabajen en estos temas desde bien pequeños.
Un abrazo y feliz semana.
No sé, Javi, las futuras generaciones dependen de nuestros ejemplos y enseñanzas, y no parece que `la buena educación sea algo que se trabaje mucho ¿no?
Muchas gracias por tu intervención; un fuerte abrazo.
Qué buen artículo, comparar la conversación con la música, al fin y al cabo, la primera es música pero como se deduce de tu escrito casi siempre sin armonía, sin contrapunto. Muchas veces la conversación deriva a discusión se hace asonante. Cada instrumento (voz) por su lado no hay orquesta y el desafino se generaliza.
Me gustó esta manera de exponer las voces en las reuniones.
Un abrazo.
Agradezco, Bensa, que tu opinión resulte acorde con lo expuesto y que te haya gustado.
Un abrazo también para ti.
Muy buena entrada con una gran reflexión, escuchar, hablar, conversar
Un abrazo fuerte
Hola Cristina, mucha gracias por participar en esta reunión virtual, siempre llena de armonía.
Un abrazo muy fuerte y feliz domingo.
Muy sabio y filosofico, me encanta.
Muchísimas gracias, María.
Un abrazo.